Pocas historias han marcado tanto la infancia colectiva de la humanidad como la saga de Karate Kid. Tanto así, que su resurrección en Netflix bajo la forma de Cobra Kai, ha sido un bombazo televisivo de proporciones globales. ¡Todos tenemos alma de karatecas!
Pero más allá del drama, los efectos especiales y las coreografías de ese «karate de hollywood» que tanto nos gusta, la realidad es que existen lecciones de valor incalculable escondidas en la saga de Karate Kid.
Lecciones que se hacen especialmente útiles para el mundo del ecommerce. ¡Por eso hoy vamos a coger la cera, la bayeta (el paño) y nos vamos a poner a… encerar y pulir… encerar y pulir… encerar y pulir… ¡Vamos a hacernos más fuertes y más sabios con Karate Kid!
Strike first, strike hard / Cobra Kai
La primera lección viene de Cobra Kai y es una máxima, no solo de la saga, sino de la vida y de la historia. En prácticamente todos los manuales de guerra y política, siempre se recomienda golpear primero y hacerlo con toda la fuerza posible. Este principio está en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, en el Arte de la Guerra y en el Libro de los Cinco Anillos de Miyamoto Musashi, amén de ser un clásico de la sabiduria popular: quién pega primero, pega dos veces.
En el ecommerce, esta máxima de la vida también se cumple: Los negocios online que han sido pioneros son los que mejores resultados han tenido. Hay una lógica evidente en esto: si tu creas el nicho, lo dominas desde el principio (golpea primero, golpea con fuerza) pero además, al crear el nicho de mercado nuevo, también aprendes primero que nadie las dificultades de ese sector, estableces el estándar de calidad y si sabes llevar tu publicidad, te conviertes en el referente del público para ese servicio o producto.
Algunos de los titanes de la industria online han conseguido esto precisamente por ser los primeros en sus nichos: Facebook, Instagram, Google, Netflix, son solo algunos ejemplos de proyectos que fueron los primeros en hacer algo – al menos con esa combinación en particular de factores – y que además supieron darle caña a sus usuarios, a la competencia y al mercado en general. Precisamente por eso, por ejemplo, usamos «googlear» para referirnos a buscar contenido en motores de búsqueda online o «está instagrameable» para decir que algo que vemos es hermoso. ¡Así de profundo ha sido el impacto de estas marcas que supieron golpear primero y golpear con fuerza!
En resumen, si tienes una idea de negocio online que nadie más haya intentado antes – y que hayas hecho la labor de revisar bien si esto es cierto, en particular averiguar bien por qué no se ha probado antes – y te lanzas con fuerza, tienes muy buenas posibilidades de dar el pelotazo de tu vida. El mundo del ecommerce es así: quién abre camino, cosecha resultados.
Todo en la vida con balance / Miyagi do
Un ecommerce no es un monolito. No es una única roca gigantesca sobre la que basar la vida. Ni tampoco es un camino de un único sentido. Un ecommerce es un componente más en nuestra vida personal, profesional y en la vida de nuestra marca. Nuestra marca NO ES el ecommerce y el ecommerce NO ES nuestra marca.
Un ecommerce es una herramienta de ventas. Y es un error muy común ver como expertos de marketing – de los que hoy en día abundan como las setas en otoño – se enfocan 100% en el ecommerce y en las «tácticas» de conversión cuando tratan con sus desafortunados clientes. Esta aproximación a la marca, esto de convertir la marca en una máquina de hacer dinero, es un error garrafal. Terminan por afilar toda la estrategia de marketing a vender, vender y vender… y en el proceso se cargan la marca, la propuesta y el valor diferenciador que traía esa idea de negocio.
Las cosas no funcionan así, ni en el karate, ni en la vida, ni el marketing. Es cierto que tu marca tiene que vender para mantenerse viva, pero no puedes basar el éxito y sobre todo la estrategía de marketing de tu marca – que es aún más peligroso – en los resultados de venta exclusivamente. Una marca tiene que decir algo, tiene que transmitir algo, tiene que convencer, más que vender.
En la reciente crisis del Covid-19 he podido constatar de primer mano como clientes que asesoro en temas de comunicación corporativa, han quebrado, desaparecido y hundido sus proyectos, por seguir estrategías completamente enfocadas en ventas. Mientras que otros que han apostado por un marketing balanceado, donde se construye marca y se buscan ventas a al vez, han logrado mantener una comunidad de gente que respeta, apoya y creen en el producto o servicio que ofrecen, que se sienten parte de ese proyecto y que han alimentado a la marca comprando y apoyando económicamente sus propuestas, inclusive en estos tiempos de crisis aguda, porque CREEN en la marca.
Encerar y pulir / Miyagi do
El marketing es un arte. No es una carrera universitaria, no es una profesión. No es matemática. Esto necesitan sacárselo de la cabeza urgentemente todos los amantes y apasionados del SEO. ¿Saben cuántos proyectos de SEO he visto gastar decenas de miles de dólares y euros en posicionar productos y servicios, solo para que luego venga un creativo de esos que – gracias a Dios y a las musas del ingenio – siguen sobreviviendo en este mundo «estadístico» del marketing, y les aplaste todo el proyecto lanzando una campaña que se vuelve viral para la competencia de su marca.
Esto pasa, seguirá pasando, y pasará toda la vida. Porque el marketing es conectar con otros seres humanos y eso no puede ser medido y cuantificado. Hay un elemento ahí, el elemento humano, que siempre estará presente. ¿Entonces como podemos asegurarnos que nuestro ecommerce conecte siempre con el público que queremos que conecte? No podemos. Pero si podemos hacer lo que hacen estos creativos geniales que suelen dar en el blanco: encerar y pulir, encerar y pulir, encerar y pulir.
Esas campañas geniales que vemos, esas que se transforman en fenómenos sociales, nacen de muchas, muchísimas, campañas fallidas. El ecommerce y el marketing requieren de práctica constante. Son como el karate, una disciplina. Y como toda disciplina, se benefician enormemente de la «memoria muscular», la del músculo más importante que tenemos en este caso: el cerebro.
¿Quieres tener una idea de negocios brillante, una propuesta marketing genial o un producto innovador? Inventa, piensa, lanza al mercado, realiza pruebas, corrige errores y vuelve a empezar. Encerar y pulir. Encerar y pulir. Encerar y pulir… no hay otro truco.
Sin piedad, no significa sin honor / New Cobra Kai
Hablamos al principio de lo importante que es pegar primero y pegar duro. Eso verdad, pero pegar duro no significa hacerlo sin respeto por la dignidad ajena. No se puede hacer marketing, ni sostener un ecommerce, maltratando a la competencia.
Atacar al competidor sin piedad, no significa hacerlo sin honor. En este mundo donde cualquier idiota tiene un megáfono en la boca – gracias a las redes sociales – las marcas deben tener cuidado extremo de no subirse al carro de los hashtag virales que hacen burla, mofa o dañan la reputación de su competencia. Y pasa mucho que lo hacen, porque piensan que así van a «viralizarse» cuando realmente con eso están es degradándose.
Si no respetas, no esperes luego que te respeten. Todos, absolutamente todos en el mundo del ecommerce estamos tratando de ganarnos el pan. Y todos queremos vender nuestros productos y servicios. Si nos lanzamos en una dinámica de no respetar a la competencia, de denigrar la calidad de sus productos, de atacar la eficacia de sus servicios – sobre todo sin bases o conocimiento real – al final lo que vamos es a dar el pistoletazo de salida para una guerra de billeteras: el que pueda comprar más espacios online en redes sociales u otras plataformas mediáticas para hablar mal del otro, va a ser el ganador. ¿O el perdedor? Porque resulta que mientras dos se calumnian… un tercero vende. Recuerda esto siempre.
El mejor resultado de un combate no es ganar, ni perder, sino aprender
Toda la saga Karate Kid
¿Sabes cuál es el mejor resultado posible de cualquier batalla? No es la victoria. Una victoria heróica, puede terminar en una derrota fatal. Por ejemplo, la historia de nuestra España – y la de muchísimas naciones y pueblos también – está plagada de estos casos.
El mejor resultado posible de una batalla es aprender. Aprender qué te llevó a ese conflicto, aprender qué podías haber hecho para evitarlo, aprender cómo hubieses podido resolverlo usando menos recursos, menos tiempo, menos esfuerzo.
Esto es vital en un mundo tan «automatizado» como en el que vivimos. Los recursos son limitados y en la era digital, son maximizados a la enésima potencia. Marcas y productos que no sepan maximizar sus recursos, evitando batallas innecesarias y resolviendo conflictos con la mayor brevedad y pericia, están condenados al fracaso.
¿Hicista algo bien en tu ecommerce y aumentaste la ventas o mejoraste la percepción de tu marca? Siéntate y estúdialo. ¿Hiciste algo mal en tu ecommerce? Lo mismo: Siéntate y estúdialo. Piensa sobre ello. Descuartiza lo que sucedió y toma nota de cada paso, cada detalle, cada resultado. APRENDE. Con el tiempo, lo único que nadie podrá quitarte JAMÁS, es lo que has aprendido. ¿No puedes seguir con tu modelo de negocio porque no es rentable? Si has aprendido sobre eso, seguramente encontrarás algo diferente – o medianamente similar – que puedas hacer para lanzarte un negocio nuevo. ¿Quebraste porque algo salió catastróficamente mal? Si has aprendido la lección, te aseguro que no te volverá a suceder o al menos sabrás detectar cuándo esté comenzando a pasar. ¡Una persona que ha aprendido, vale por tres al enfretarse a un problema, porque conoce el pasado de ese problema, entiende el presente de ese problema y puede imaginarse el futuro de ese problema!
Ese aprendizaje vale más que el éxito porque, vamos a afrontarlo, la vida es incontrolable – sino miren este 2020, ni los mejores guionistas de Hollywood se lo hubiesen soñado – y un golpetazo del destino puede descarrilar hasta al más pintado. Pero, el que conoce el camino, siempre puede volver a la senda.
¿Tienes dudas o quieres conocer más detalles en profundidad sobre este tema u otros relativos al ecommerce? ¡Escríbeme en los comentarios! ¡A lo mejor puedo ayudarte, a lo mejor podemos ayudarnos mutuamente, o a lo mejor no tenemos ni remota idea, pero nos reímos un rato!
Autor: Frank Calviño