Son las nueve de la mañana y estoy en la fila de la caja en el Ahorramas / Mercadona / Carrefour (inserte aquí el super de su preferencia para que no tomemos partido) Hay una cola considerable, lo suficiente como para que la cajera considere necesario “pedir refuerzos” y desprendiendo el telefonillo anuncie lacónicamente con voz de megafonía de Barajas: “Señorita Laura, acuda a su caja. Acuda a su caja, Señorita Laura”. 

La “Laura” en cuestión apareció corriendo desde el fondo del súper con un pan de molde en la mano, lo dejó a un lado de la caja, se sentó y advirtió que la caja estaba abierta a viva voz con el tradicional “¡Podéis ir pasando en orden de fila por esta caja!” Hasta ahí, todo normal. Lo de siempre. Pasé de primero, porque me tocaba, y Laura dando los buenos días comenzó el proceso de cobro. 

Fue entonces cuando me percaté que Laura es la misma que vi acomodando los chorizos en la charcutería y la misma con la que me crucé, minutos antes, arrastrando un pallet cargado de productos desde el almacén hasta los anaqueles de los cereales. 

Dos días más tarde, Laura estaba en la panadería. En el transcurso de dos semanas vi a nuestra Laura de charcutera, pescadera, panadera, reponedora de anaquel, fregando el piso, atendiendo en caja y cargando pallets. Un día inclusive me pareció verla tomando apuntes con un boli en una carpeta. Laura es otra víctima del “pluriempleo único”.  

Y cuando digo víctima no quiero que nadie saque las cosas de proporción: Sí, es bueno que Laura tenga curro. Eso es genial. Y sí, algunos empleos requieren que el empleado realice múltiples funciones, eso también se entiende. Y aunque quizás en el caso de Laura esto sea “la única forma de operar en super” – como me comentó un amigo gerente de una cadena de supermercados cuando le conté esta historia – en otras profesiones el pluriempleo único – que el caso de Laura nos deja entender con claridad – es una verdadera plaga. 

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El “pluriempleo único” – que realices diferentes profesiones o labores en el mismo empleo – se está convirtiendo en un mal endémico en el mundo del marketing digital. Eso de tener un “community manager que diseñe y monte webs y sepa de edición multimedia” está tan normalizado por las empresas que cuando uno habla con un gerente y le intenta explicar que son cuatro áreas de conocimiento y oficio profesional diferentes, termina uno pareciendo loco. 

Evidentemente, tener un “hombre orquesta” a precio de “flautista” es muy rentable para las empresas. Porque esa es la razón de peso que hace tan deseable al pluriempleado único: que tienes una persona haciendo el trabajo de cuatro por el salario de uno. 

Pero igual que sucede con nuestra amiga Laura, el pluriempleo único pasa factura de formas brutales. Vamos a revisarlas a ver si así entendemos por qué es necesario y más rentable – a la larga – para un negocio tener cuatro profesionales en lugar de uno haciendo la labor de cuatro. 

El cerebro es un músculo. Y aunque en el caso de Laura es muy fácil imaginarnos que el cuerpo se resiente del trajín de pasar de panadería a anaqueles, de anaqueles a trapeador y de trapeador a caja, en el caso del community manager / diseñador / editor de video / televenta – o cualquier cosa que usted se imagine – pasa lo mismo. Cuando realizamos una actividad el cerebro gasta energía y en el proceso de realizarla busca optimizar nuestro consumo energético. Va creando conexiones neuronales que refuerzan los conocimientos y acciones que necesitamos para realizar esa actividad. Y va apagando otras conexiones que no son necesarias en ese momento. Esto le permite a esa computadora que tenemos dentro, optimizar su capacidad de procesamiento. Si hacemos dos cosas a la vez, esa capacidad de procesamiento se reduce. Si hacemos tres se reduce más… y así. Entre más cosas pretendamos hacer a la vez, menos eficiente seremos en cada una de ellas y más margen existe para los errores, amén de que más agotados, molestos e irritables terminaremos el día. Un empleado haciendo el trabajo de 2 o 3 personas, es un empleado cabreado por 2 o 3 veces. Y eso es normal. A todos nos pasaría igual. Ese empleado, con una carga de cansancio muy superior a la deseable, no toma decisiones de manera eficiente y no aporta valor a la empresa. Al contrario, se puede convertir muy fácilmente en un problema para la marca y para el equipo humano con el que interactúa. 

Foto de Marcus Aurelius en Pexels

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El pluriempleado único está atrapado en estructura de rigidez mental. ¿Por qué? ¿Por qué es malo y/o poco creativo? No. Esta rigidez se deriva de una sola cosa: falta de tiempo. Muy seguramente si haces tres o cuatro labores a la vez, tendrás muy poco tiempo disponible. Ese malabarismo, ese compartimentar tiempos para cumplir con múltiples objetivos, lleva al que lo sufre a crearse una rutina. Una forma de poder estructura el caos de abordar diferentes labores. Se sacrifica creatividad y originalidad por mediocridad y “cumplir con lo mínimo requerido” para poder tachar la labor de la lista de pendientes. Así no existe innovación y sin innovación, no hay ventaja competitiva… eso es letal para cualquier empresa. 

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Un empleado es un pasivo de la empresa. Eso es algo que pocos gerentes entienden. Y es una lástima porque los que sí lo comprenden, suelen ser los que se forran y crean mega-empresas. ¿Vemos por dónde van los tiros? Un empleado no es una herramienta, no es un “gasto” o una nómina por pagar. Definitivamente no es un esclavo. Es un pasivo. Es un valor, una inversión. Es algo que la empresa tiene que cuidar, cultivar y alimentar porque le da valor y dinero a la empresa. Las innovaciones más eficientes vienen de los que trabajan a diario con el servicio o producto – los empleados – las ideas más creativas vienen de los que se enfrentan al problema constantemente – de nuevo los empleados – las visiones más innovadoras y que terminan por crear nuevos productos y capturar nuevas cuotas de mercado vienen de aquellos que están en continuo y constante contacto con ese torbellino de interacciones entre el consumidor y el producto – LOS EMPLEADOS – ¿Cuántas empresas espectaculares han nacido de empleados de otras compañías que estaban quemados, cansados y agotados por sentirse “explotados” y se llevaron sus ideas y experiencias para montar tienda aparte? Un empleado pluriempleado en la empresa, un hombre orquesta, es un pasivo que estamos ordeñando hasta la extenuación. Y corremos el riesgo de que se marche a otra parte con todo lo que ha aprendido y todo lo que puede innovar, dándoselo a la competencia o convirtiéndose él mismo en un nuevo competidor. No necesitamos crearnos enemigos. 

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En resumen, matemáticamente es más rentable tener cuatro personas haciendo cada una su área de experticia, que tener a uno malogrando cuatro oficios, sin capacidad de pensar de manera creativa y potencialmente convirtiéndose en un enemigo a futuro de la marca. No sale a cuentas exprimir a una “Señorita Laura”. Y en este punto muchos gerentes dirán “Ya pero es que no tengo dinero para pagar cuatro empleados” Entonces tienes otras opciones: 

Evalúa si necesitas esas funciones. Es mentira que todas, absolutamente todas las empresas tienen que tener un community manager o un productor audiovisual…eso simplemente no es verdad. ¿Tu empresa hasta el momento ha funcionado sin esos puestos? Si la respuesta es sí, entonces lo que quieres hacer es un “upgrade” en cuyo caso, puedes ir mejorando la empresa por partes. Quizás comiences con un diseñador – que al final va a producir contenido para alimentar mil cosas, desde el empaquetado de productos, hasta los post de redes sociales – y haz la parte de redes por tu cuenta como mejor puedas hasta poder contratar un community manager. ¿Tu empresa tenía esos puestos de trabajo y los perdiste? Si este es el caso: ¿Cuál es el puesto de trabajo que más dinero aportaba a la empresa – que más ganancias te generaba – y/o el que si no lo tienes más puede afectar tu facturación? Repon ese. Y progresivamente podrás ir reponiendo los demás. No busques un “hombre orquesta” porque de la chapuza solamente sale la ruina y el cansancio. 

Hoy en día existen múltiples agencias de marketing que te pueden ayudar de manera integral al precio de lo que te costaría tener un solo empleado. ¿Cómo lo hacen? Porque ellos tampoco te tienen solamente a tí. Sobre todo las micro-agencias de marketing – como Smart Move – que con un equipo de cuatro o cinco profesionales dedicados a su oficio, atiende a cinco, seis o doce clientes. El tener múltiples clientes le permite a la agencia pagar salarios de profesionales especializados, que además se pueden concentrar exclusivamente en hacer trabajos de su área de experticia. Es ganar – ganar para todos. 

La esclavitud se abolió hace siglos. Y al contrario de lo que vemos en el meme eterno de las pirámides – Slavery gets shit done – la realidad es que tener a una persona explotada es poco rentable, poco eficiente y poco útil. Se un gerente inteligente y repite conmigo: Señorita Laura, quédese en su caja. 

Autor: Frank Calviño

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